INFORMACION ADICIONAL


SITIO CERAMISTA EN EL REAL DE SAN CARLOS


Un collar o coronas de islas circundan la bahía de Colonia. Son siete islas, la de mayor dimensión es la de Isla de San Gabriel, seguida de la Isla de Farallón, las de Hornos (del este y del oeste) y las tres López (la del este, las del medio y las del oeste) – conocidas también como Las Tres Hermanas –.


“Los Antecedentes Territoriales"


A los 34º26’ de la latitud Sud y 57º50’ de la longitud oeste de Greenwich, a 250 kilómetros de la boca del Río de la Plata y sobre la banda oriental de ese vasto estuario surge un grupo de islas frente a una península rocosa; son las islas y la punta de San Gabriel.

La península se prolonga al Norte por el arco de una bahía, cuyas altas barrancas limitan a la lengua del agua en playas de fina arena blanca; al Sud la contextura del terreno varía, disminuye su nivel y desde la costa al interior se pasa de la playa rocosa arenosa sin transición a la fértil tierra negra.

De ambos lados y a cortas distancias, arroyos de no gran caudal desembocan en el estuario. Y pasadas las barrancas, en todo el territorio que la circunda, la vegetación se desarrolla vivazmente. Y los variados tonos del verde semejan el paisaje a los más fértiles y ricos del corazón de Francia. Las islas se escalonan paralelas a la costa y son, de Sur a Norte, la del Farallón, la isla Grande de San Gabriel, los islotes de los Ingleses y los Muleques, las islas de Antonio López y la de Hornos. Su tamaño es reducido, salvo la grande por antonomasia, que fue y es la única habitada de continuo y mide una legua cuadrada.

En la extremidad de la península que tiene escasos dos kilómetros de saliente y algo menos de ancho, existió en forma intermitente desde principios del Siglo XVI y continuada (con breves intervalos), desde fines del XVII, población de hombres blancos. Pero de tiempo inmemorial el hombre rojo autóctono había ocupado con su primitivo aduar aquella costa y aquellas islas.

Pasó como una sombra la raza extinguida del primitivo habitante del territorio.

Y nada queda del indio alto, triste y taciturno , de cabeza grande, cara ancha, pómulos salientes, nariz grande de ventanas anchas y abiertas y base estrecha y hundida, cejas salientes de arcada poco espesa, ojos horizontales pequeños, negros y hundidos, boca grande de labios gruesos.

Sólo brilla su mirada triste y dura, que sabe ser feroz, en los ojos de algún descendiente a través de cien mezclas de sangre, que ocupa ahora los antiguos campos de caza del salvaje indómito.”

- Riveros Tula, Aníbal M. – Historia de la Colonia del Sacramento (1680) – Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, XXIII – Montevideo 1959.

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En una enorme bajante, que se produjo en el año 2004, se encontró - una gran cantidad de tiestos de cerámica indígena – frente al hotel, que en aquel momento, se estaba construyendo en el Real de San Carlos, después del muelle y a una gran distancia río adentro, sobre un banco o superficie de arena.


Luego, en el mes de octubre (miércoles 13/10/04) se vuelve a producir una gran bajante, por ráfagas de viento norte muy fuertes con la influencia de la luna nueva que se hacía ese día; concurrimos con unos amigos coleccionistas. En el mismo lugar, colectamos gran cantidad de tiestos (más de 100), pero esta vez con algunas piezas líticas, lascas de sílex, un “quesito”, percutores en cuarzo y sobadores, nucleoides en cuarzo y algunos huesos aparentemente de animales contemporáneos que habrían servido de alimento.


Algunos restos de la cerámica se encontraban totalmente sepultados en la arena, lo que nos permitió vislumbrar un sitio con enorme cantidad de las referidas piezas y de gran importancia, el cual seguirá aportando restos.

El hallazgo identifica cerámica guaraní con restos de urnas funerarias por su tamaño o recipientes para guardar alimentos; cerámica pintada, decorada, lisa, con agujeros de suspensión, con decoración interior, exterior y bordes o labios en una visión rápida y sin una clasificación técnica.


También se encontraron restos fósiles (plaquetas, vértebras, dientes o molares, costilla, y además restos enormes de lo que parece ser ballena o cachalote y restos de madera fósil). Hacemos referencia, aunque no corresponde a la época y al sitio preciso.


Destacamos este dato: en el primer encuentro se sacó, casi enterrado - un cacharro - que al desenterrarlo estaba entero, salvo un agujero que correspondía al fondo del recipiente.

Asimismo, también se encontró una cantidad importante, de trozos grandes que permitirán su reconstrucción y determinar diámetro, forma y altura, etc., dado que tienen los bordes y pared lateral, aunque algunos con parte del fondo.

Nos había llamado la atención - siempre que leíamos sobre indígenas en Colonia - que se mencionaba el hecho de que se hallaban tolderías en la costa. Investigando sobre la batalla de San Gabriel y tratando de ubicar el sitio donde ella tuvo lugar, creemos, debe de poder encontrarse, material lítico (puntas de flechas y lanzas) y algún elemento metálico del conquistador.


Aníbal Riverós Tula en “Historia de la Colonia del Sacramento” describe el viaje de Sebastián Gaboto rumbo a las Molucas, entrando al Plata, fondea frente a San Gabriel el 18/3/1527, bautiza las islas y hace establecimiento en la tierra firme, entre la punta de San Carlos y el arroyo de San Pedro, le llama de San Lázaro “frente al lugar donde empiezan los bajos del río”.


Esta batalla según los documentos se desarrolló muy cerca de la punta de San Gabriel.

“Los primeros contactos con los charrúas, que tenían una toldería semi-permanente en la vecindad, son pacíficos y por intermedio de dos intérpretes que lleva, antiguos compañeros de Solís, le informan de la existencia de un sobreviviente de la masacre de 1516 y pocos días después Francisco del Puerto llega a ellos”.

Vamos a mencionar en forma textual lo que informa Aníbal Barrios Pintos en Historia de los Pueblos Orientales con el subtítulo “La hecatombe de San Gabriel en el relato de Hernando de Montalvo”:

“En una dilatada carta elevada al rey, fechada en San Salvador el 29 de marzo de 1576, Hernando de Montalvo, tesorero del Río de la Plata, refería que al día siguiente de haber llegado el adelantado a San Gabriel - 26 de noviembre de 1573 a las tres de la tarde - pasó al otro día a la costa firme donde estuvo 42 días. Seguidamente decía que dicho sitio se encontraba frontero del lugar donde había encallado la nave capitana y a media legua de donde estaban los demás navíos. Hasta allí habían venido a visitarlos los charrúas, “en tres a cuatro canoas”, a hacer intercambio de víveres por rescates.

El guaraní Yamandú fue el encargado de llevar correspondencia dirigida al capitán Juan de Garay, en la que se le anunciaba la llegada de la armada de Ortíz de Zárate al puerto de San Gabriel, requiriéndole “bajase con alguna gente y comida y caballos por la gran falta que de todo traía”.

Según lo dijera Hernandarias de Saavedra en 1596, Yamandú llegó “vestido de grana, con su espada y daga y sombrero”, obsequio del adelantado en recompensa de su misión de “chasque fluvial”.

Ante la gran hambruna que padecían, los expedicionarios habían encontrado” ciertas yerbas que en la similitud y gusto parecían acelgas y otros bredos de los de España y dio la gente en irlas a buscar a una legua del real, las cuales se comían crudas”-dice Montalvo-“con sola agua y sin sal”. Los frailes iban también en ocasiones en procura del alimento que aumentara la exigua ración diaria de 12 onzas.

Era de presumir un ataque de los indígenas, ya que acudían siempre mal pertrechados. Un día se produjo el desastre a una legua del real de San Gabriel y no en el arroyo San Juan, como afirma erróneamente cierto autor en acotación a un fragmento de la carta del tesorero Hernando de Montalvo, que así relata las trágicas jornadas:

“ y vn día martes 29 del mes de diciembre del año 73 senboscaron en vnos grandes pajonales asta doçientos yndios charrúas y guaraníes y así como los cristianos llegaron a dondestavan las dichas yerbas questaban junto al pajonal donde los yndios enboscados estavan dieron en nuestra jente que mataron y prendieron hasta 42 personas escapáronse solo dos y estos mal heridos los quales dieron aviso en el rreal, y el adelantado mando tocar arma salio la gente la mas armada que pudo dio orden que fuese un capitán llamado pablos de santiago con 15 soldados y luego tras del sargento mayor martín de pinedo con 54 soldados: todos estos los mas armados que en rreal avia con arcabuzes y rrodelas aunque tan mal adereçados de pólvora y lo demas como los primeros y dio orden al sargento mayor que el y el dicho capitán santiago fuesen con aquellos soldados a donde avían ydo por las yervas y los muertos que allasen y heridos los trajesen al rreal y se veniesen rretirando con ellos, llegados los capitanes alla toparon con algunos de los muertos que fueron los que se defendieron y los yndios apartados un poco delloss uvo diferentes pareçeres entre los capitanes, el vno que diesen en los yndios y el otro que se retirasen escaramuçando: tuvieron mala orden con gente mal platica por no tener espirençia zercaronlos los yndios y dieron en ellos, echaron a uyr los capitanes y tras dellos la jente a donde mataron y prendieron aquel dia casi 90 soldados y murieron los capitanes y oy en día lo están ,(presos?) algunos de ellos, sabido por el adelantado tan gran perdida por tan poca gente como le avia quedado, en su armada quiso yr a los yndios con los pocos que le quedavan; fuele estorvado por las personas particulares que con el estavan, a donde si fuera se acabava de perder con toda la gente del rreal que le havia quedado, porque los que podíamos yr con el eramos pocos y los que quedaron en el rreal en guardia del eran los enfermos y frailes y clerigos y mujeres y niños, donde aquel día se puso en condiçión de se perder todo el rreal sin quedar nadie, y otro dia en la noche encomenço el adelantado a embarcar toda su rropa y luego la gente y rretiralla a la nao capitana questava dada el traves çerca de tierra questava de manera que se podian tener en ella en lo alto y allí estuvimos diez dias hasta quel adelantado con toda la gente se paso a la isla desan graviel y en el inter se desycieron los dos navíos capitana y almiranta para aprovechar la clavaçon y a cinco de febrero partimos para la dicha ysla de martin garcía, donde llegamos a 10 del y estuvimos 3 meses”.

Según Francisco Carrillo de Saavedra, que escapara a la matanza, 80 fueron los que sucumbieron o quedaron prisioneros de los indígenas.

Una lectura, atenta de la crónica rimada de Martín del Barco Centenera permite deducir que sólo fueron los charrúas los que atacaron a los bisoños soldados de Ortíz de Zárate. Ningún cacique guaraní es mencionado. El mismo arcediano lo confirma en declaracions formuladas en Buenos Aires a 10 de enero de 1584 diciendo que “ se hallo presente a todo ello y a el tiempo de la guaçavara y matanza que se hizo en el puerto de San Graviel cuando los indios charrúas dieron en la gente y armada del dicho Juan Ortiz de çarate este testigo lo vio y esperimento y se hallo a todo ello y vido y conocio a el hermano del dicho capitan ( Francisco del Pueyo) el qual murio en la dicha guaçavara…”.

Otro de los testigos, Alonso de Santamaría, ratifica que el ataque tuvo lugar a una legua del real y que él “que quedó muy herido y lo dexaron por muerto” y otro soldado, fueron los únicos sobrevivientes del primer ataque. En el segundo, perdió la vida dicho hermano del capitán Pueyo, que éste trajo posteriormente a enterrar al pueblo”.

Agrega Alonso de Santamaría una noticia de interés relacionada con el capitán Pueyo, quien al llegar la armada de Ortíz de Zárate al puerto de San Gabriel fue con cuatro soldados en un batel hasta el arroyo San Juan” para ver si había seguridad para la gente de la armada y puerto para los navíos y volvió con Relación dello donde avía yndios de guerra en que paso mucho trabajo y peligro de su persona”.


Esto confirmaría el lugar de la batalla con el Sitio encontrado por nosotros y no deja lugar a dudas que era hacia el Nor-Oeste y no al Sur-Este como cabría la duda y al hablar de una legua no puede ser San Juan.

Menciona A. Riveros Tula a la expedición “de Alonso de Sotomayor, Gobernador electo de Chile y en viaje para allí por la via de Bs. As.” (pág. 144 A. B. Pintos) y agrega que, esta expedición, tuvo algún encuentro con los indios de San Gabriel de la que no tenemos más detalle que la afirmación de Hernandarias De Saavedra, en 1608. “Los naturales de la banda oriental mataron más de 20 soldados de la misma” (pág. 80- A. R. Tula).


Y por último en “Relevamiento arqueológico del área a ser afectada por la construcción del puente Colonia-Bs. As.”.del Dr. Antonio Lezama y el Ing. Jorge Baeza extractamos:… “En el tramo que se encuentra entre la ciudad de Colonia y el Real de San Carlos, Teisseire relata que “ cuando el río baja, la playa arenosa ofrece, islotes más o menos extensos de piedras rodadas, trozos de hueso y ostras fósiles, debido a la poca altura del agua-40 a 50 cms., estos islotes cambian de forma muy a menudo, por la causa del embate de las olas, como lo he podido constatar frecuentemente, y a veces desaparecen durante largo tiempo cubiertos por las olas. Objetos de barro han sido hallados en el muelle del Real de San Carlos a 300 o 400 mts. de la costa del lado oeste” (Teisseire 1927: 162) pág 16 del mencionado relevamiento.


Este constante aparecer y desaparecer debido a los movimientos de las mareas sobre los bancos de arena es lo que nos exige a estar permanentemente pendientes de bajantes y muchas veces encontramos con que todo cambió y está cubierto de arena.

El 1º de noviembre de 2005 se produce una nueva gran bajante del río y nos dirigimos al sitio mencionado que continúa “produciendo” tiestos de cerámica; en esta oportunidad encontré más de 30 tiestos que agregados a lo colectado anteriormente superaba los 200. Me expreso diciendo, que soplaba el viento NW creando un revuelto de la arena, al seguir bajando el nivel del agua, apreciando asombrado- ver brotar como hongos- los tiestos de cerámica.


Encontramos también al excavar superficialmente, que aparecían restos quemados, lo que para nosotros sería un fogón con restos de cenizas y huesos quemados, presumiendo, haya sido el fogón donde cocinaban ya sea los alimentos o la cerámica. Tenía dicho fogón, un diámetro aproximado a los 40 o 50 cms. y una profundidad de 30 a 40 cms. Debajo, había una capa como de barro arcilloso y más abajo arena muy fina de color gris, aparentemente impregnada de cenizas lo que le daría ese color.


Hipótesis a seguir trabajando: los guaraníes ya andaban en estas tierras, lo confirma la matanza de Juan Díaz de Solís 1516 cerca de Colonia (ubicación exacta desconocida, se presume que fue frente a la isla Martín García), también confirman la existencia de esta etnia , que la enorme cantidad de cerámica con características especiales indican una población populosa y sedentaria. Generalmente se cree que andaban de Corsarios y su cerámica lo negaría, asegurando más bien, que estaban asentados en la zona. Un datado del material, podría indicar aproximadamente, la antigüedad del sitio.


Coincidimos con los arqueólogos que, porque se encuentre una boleadora hablemos de charrúas, no es claro indicador de que sea de ellos, pero al encontrar gran cantidad de cerámica muy bien elaborada y decorada con variados estilos, como puede ser la cerámica guaraní o chaná, no deja lugar a dudas , que el sitio fue ocupado por un pueblo sedentario por mucho tiempo.


GLOSARIO:


  • Antiplástico: arena fina o arena gruesa, conchilla molida, cuarzo molido, resaca, etc.
  • Cerámicas: mezcla de arcilla con un gradiente o antiplástico para darle consistencia al trabajarla.
  • Colectar: juntar o recoger.
  • Lítico: sinónimo de piedra o material de piedra.
  • Recalar: desembarcar o atracar.
  • Rodelas: especie de escudo protector para los soldados.
  • Una legua del real: son 5kms. del campamento militar.



EDUARDO GIMÉNEZ
Investigador.



APORTES DE LA FAMILIA BOUVIER





* Cerámica Campaniforme encontrada en playa Matamora
(Rivereños Plásticos)






*  Pipa Portuguesa





Las cerámicas o alfarerías gruesas denominadas por Antonio Serrano, son figuras realizadas con partes huecas y macizas, representando verdaderas esculturas estilizadas con apéndices zoomorfos (aves, mamíferos, reptiles, etc) predominando los loros y papagayos.

Están decoradas además con incisiones (surcos y puntos, guardas, etc) que también se hacían en cacharros de uso doméstico y en otros accesorios como Killapis tal vez representando sus creencias.

También denominadas campanas por Fernando Gaspar y por su firma inferior mas o menos constante, tienen todas un animal estilizado en la parte superior.

La base le da ese nombre por la forma cónica o cilíndrica y abierta en el fondo como un pollerín, sirviendo de apoyo. Completan su aspecto exterior dos mamelones o asideras, una cresta y agujeros o ranuras colocados en distintos lugares; las paredes son gruesas.

Las encontradas en nuestro territorio se relacionan con las de los indígenas del litoral Argentino (Paraná) que por influencia cultural y dispersión industrial llegan al área litoral Uruguaya conocida históricamente como de los Chanatimbú.

Se ignora su uso al no servir de recipientes por sus agujeros y fondo abierto. Se orienta la hipótesis a objetos totémicos o ceremoniales

Dice Don Rene Mora que las estudió durante años “Nosotros creemos que las campanas fueron utilizadas para guardar el fuego (…) lo que debió ser motivo de un culto especial confiriendo a estas piezas carácter de objetos sagrados.”

Adherimos a esta hipótesis agregando que puedan haber sido empleadas como piezas para iluminar o ambientar las noches frías y/o mantener algún fuego sagrado.

Los Chanatimbú constituyen con los guaraníes y la macro etnia Charrúa las tres “culturas” que poblaron las costas Uruguayas en la época del descubrimiento a partir de Juan Díaz de Solís, y que dejara la mas precisa y clara descripción el Portugués Pero López de Sousa.

Menciona Antonio Serrano que “Hay cerámicas de características tan particulares y definidas que por si solas están indicando la presencia de una determinada cultura o de una etapa de su desenvolvimiento. Tal el caso de la cerámica pintada guaraní y las llamadas alfarerías gruesas del litoral” y agregamos nosotros, también es característica guaraní la cerámica corrugada, imbricada o unguiculada y en las formas, las urnas funerarias y la cerámica lisa, gruesa y poco cochurada o tal vez como lo indicara el Sto. Benito Silva, que conviviera con los charrúas, que solo la secaban al sol, fabricadas con el limo de los arroyos, con tierras negras y arcillosas de las barrancas según Raúl Penino (en la nación Charrúa – Rodolfo Maruca Sosa)




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